Dios le hizo una gran promesa a Abraham: “A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. Génesis 15:18.
Pero Abraham no poseía nada de tierra ya que era un nómada y referente a la gran descendencia, pues él y Sara ya eran mayores de edad y además Sara era estéril. Pero Dios no miente y en su vejez nació Isaac quien trajo alegría a sus padres y fue denominado como el hijo de la promesa. Posteriormente Isaac y Rebeca procrean a Jacob y Esaú de quienes surgirían dos pueblos que serían antagónicos.
Jacob pelea con un ángel y obtiene un nuevo hombre: Israel, príncipe de Dios. Su simiente es grande ya que tiene 12 hijos y 1 hija. Debido a la hambruna profetizada por Dios, tienen que establecerse en Egipto donde moran en la tierra de Gosén. Y después de varias generaciones los israelitas son esclavizados por los egipcios.
Y surge un libertador: Moisés; quien saca a Israel de Egipto. “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”. Oseas 11:1.
El pueblo liberado es llevado por Moisés al monte Sinaí donde Dios escribe los Diez Mandamientos en 2 tablas de piedra.
EL PACTO ENTRE DIOS E ISRAEL. En el libro de Éxodo capitulo 24 versículos 1 al 8 encontramos la siguiente narración: “Y dijo a Moisés: Sube a Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Mas Moisés sólo se llegará a Jehová; y ellos no se lleguen cerca, ni suba con él el pueblo. Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todos los derechos: y todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que Jehová ha dicho. Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel. Y envió a los mancebos de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos, y sacrificaron pacíficos a Jehová, becerros. Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y púsola en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar. Y tomó el libro de la alianza, y leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre, y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre de la alianza que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas”.
Esto sucede en el año 1491 A.C., y Moisés registra el pacto que hizo el pueblo de Israel con Jehová comprometiéndose a hacer todas las cosas que Jehová les ordenaba. Y este pacto fue sellado con la sangre de becerros la cual roció sobre el pueblo.
Jehová cumplió su parte introduciendo al pueblo en la tierra prometida bajo el liderazgo de Josué, continuando con la era sop´tim (los jueces) y posteriormente la era de los reyes. Durante este período la nación se dividió en 2: El reino del Norte o Israel con 10 tribus y capital en Samaria, y el reino del Sur o Judá con 2 tribus y capital en Jerusalem.
EL EXILIO.Debido a la continua desobediencia de Israel, Dios los entregó a sus enemigos quienes los llevaron en cautiverio. El primero en caer fue el reino del Norte, quien sucumbió ante el imperio asirio en el año 721 A.C. y años después -606 A.C.- el reino del Sur fue conquistado por Babilonia. La tierra de Israel fue dominada sucesivamente por Persia, Grecia y Roma, quien destruyó el templo y ordenó el exilio de todos los judíos en el año 70 de nuestra era, evento conocido como la diáspora.
¡Qué triste en realidad fue para Israel padecer este sufrimiento! El pueblo elegido por Dios estaba sin tierra y sin templo para adorar… al parecer estaban más lejos de Dios que nunca.
Pero estaban a punto de sufrir más con el surgimiento de la doctrina nazi en Alemania y el aparecimiento del Tercer Reich liderado por Adolfo Hitler, quien con odio inmenso llevó a la muerte a más de seis millones de judíos entre los años 1930 y 1945.
La pérdida de su hogar nacional, provocó que poco a poco multitudes de árabes empezaran a habitar las tierras dejadas por los judíos. Autoproclamándose como los verdaderos dueños del país.
“Oh Dios, no tengas silencio: No calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que braman tus enemigos; y tus aborrecedores han alzado cabeza. Sobre tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus escondidos. Han dicho: Venid y cortémoslos de ser pueblo, y no haya más memoria del nombre de Israel. Por esto han conspirado de corazón a una, contra ti han hecho liga”. Salmo 83:1 al 5.
Al dividirse el Imperio romano, Palestina quedó bajo la dominación del Imperio de Oriente hasta el 636, cuando se produjo la conquista árabe de la región. Estuvo sucesivamente bajo el dominio de la dinastía Omeya (661-750), el califato Abbasí, los turcos selyúcidas (1071). La reivindicación explícita de una nación palestina independiente data de principios del siglo XX, con la creación de periódicos y sociedades nacionalistas.
EL PACTO SIGUE VIGENTE.Pero recordemos que Israel había hecho un pacto con Dios, y el Eterno a través del profeta Zacarías declara lo siguiente: “Así dice Jehová: Yo he restituido a Sión y moraré en medio de Jerusalem…” 8:3.
Dios había elegido a Jerusalem para morar con su pueblo y este pueblo no es otro que Israel.
A pesar de la desobediencia de Israel, de su dispersión, del holocausto… ¡continuaba vigente el pacto con Dios! El profeta Jeremías anuncia en el año 606 A.C. lo siguiente: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Jacob y con la casa de Judá: No como el pacto que hice con sus padres el día que tome su mano para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, bien que fui yo un marido para ellos, dice Jehová: Más este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Capítulo 33:31-33.
El antiguo pacto hecho en el año 1491 A.C., sería renovado y confirmado y Dios haría algo que para el mundo sería imposible: El retorno de Israel a su tierra. “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aun han de morar viejos y viejas en las plazas de Jerusalem, y cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad serán llenas de muchachos y muchachas, que jugarán en las calles. Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá dificultoso a los ojos del resto de este pueblo en aquellos días, ¿también será dificultoso delante de mis ojos? Dice Jehová de los ejércitos”. Zacarías 8:4 al 6.
Y Jehová cumplió nuevamente su pacto ondeando la bandera azul y blanca de Israel en su tierra el 14 de mayo de 1948.
La nación de Israel está rodeada por naciones árabes quienes combinados son 650 veces el tamaño del país. Es tal el odio hacia los judíos que Israel no aparece en los mapas árabes.
Los árabes musulmanes acusan que el estado judío fue una imposición de Occidente -y un acto de intervencionismo- sobre un territorio que conquistó el Islam desde el siglo VII d.C
Las naciones árabes han intentado exterminar a Israel desde su retorno. Pero lo sorprendente es que en todas las guerras disputadas siempre ha vencido Israel.
Con las condiciones actuales en Medio Oriente, con el surgimiento del poderío musulmán en países árabes, hace a muchos dudar de la permanencia de Israel en su tierra.
Egipto era el único país árabe con el cual tenía relaciones Israel y un tratado de paz, pero con la caída de Hosni Mubarak y la toma de poder de la Hermandad Musulmana todo esto ha cambiado, Israel fue desalojado de su embajada en El Cairo y actualmente están rotas las relaciones entre los dos países.
Además cada vez es menos la opinión favorable que tiene Israel en el mundo sobre todo en Europa que exige el establecimiento del Estado Palestino con capital en Jerusalén Oriental.
Y hasta nuestros días el pueblo de Israel ha padecido guerras, sufrimiento, discriminación, odio, etc., pero NUNCA MÁS serán expulsados de su país porque Dios así lo ha dispuesto.
“En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado: y este será su nombre que le llamará: JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA”. Jeremías 23:6.
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